domingo, 9 de mayo de 2010

Contraplano

Todo ardió tragicómico. Hasta el bigote del pianista.

1 comentario:

  1. En su acercamiento tímido, en su despegue de retoño a medio despertar, la estela que dejo el perfume elaborado por el respirar de su piel, consumió el aire que vivía dispuesto para la combustión; él se había abandonado y ya no sentía, no sentía nada si no la sentía a ella, por ella. Pausada y constantemente la anhedonia marcaba su cuerpo ante el derroche de días en que la añoranza del tiempo escondido asfixiaba su voz y su recuerdo. Inesperadamente se encontraba de cara con un lienzo blanco y el patetismo de evocar cualquier sentimiento que este remotamente ligado a ella, pero cada despliegue era apenas un parpadeo, que en el tiempo no representaba más que la rigidez de su rutina.

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